martes, 26 de octubre de 2010

Tierra

Eché mucha tierra. Pero la quité sin darme cuenta.

Una nueva muestra de lo productivo que puede resultar el dolor, es descubrir la posibilidad de aferrarte a un dolor conocido, para olvidar otro. El dolor siempre te acompaña, a veces durante años. Así, de este modo, puedes elegirle como acompañante en ese momento en el que él decidió que podía dejarte solo. Pero tú decidiste que no podías desprenderte de ese viejo amigo. Te sientes desnudo sin él. Ya no pareces tú sin esa sombra que siempre se ve en tus fotos, que se sienta contigo en los bares y que te mira cuando sonríes.

Ese dolor sordo, amortiguado por la tierra que aun queda, permanece. Temes sacarlo del todo a la luz, y temes abandonarle porque él te hizo más tú. Te enseñó que siempre serías con él. Pensaste que tendrías que aprender a vivir con él. Pero cuando ves que se quiere ir, entonces te sientes perdido. Hoy, tu dolor no es tu carga, tú eres la carga de tu dolor.


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