lunes, 22 de marzo de 2010

¿Un nuevo socialismo?

Cuando Obama comenzó su campaña para la presidencia comenzó a hablar de la distribución de las riquezas. Les dijo a los ciudadanos que deseaba que la economía dejara de beneficiar sólo a los ricos, y beneficiara también a los de abajo. Entonces dijeron que era un socialista. Pero aunque lo que se quería era sembrar el temor, sólo sembró el interés. Los Estadounidenses no son célebres por sus conocimientos en cultura general, así que siempre asociaron con socialismo el comunismo y la pobreza, justo lo que ellos más temen.

Pero a pesar de esto, cuanto más le llamaban socialista, más se interesaba la gente por saber qué es el socialismo. Y quizás así descubrieran (lo dudo) que el socialismo no es necesariamente el Estado apropiándose de nuestras propiedades, de nuestras vidas, de nuestra libertad, que el socialismo ni siquiera tiene por qué ser estatal, que el socialismo es un modo de gestión de las riquezas al igual que lo es el capitalismo.

¿Cual es el error? Que asocian socialismo a comunismo. El socialismo es un modo de organizar la producción, no tiene tintes políticos. El comunismo sí es un modo de organización social.

El capitalismo nos confunde. Es también un sistema económico, no político, basado en la razón instrumental. El capitalismo está asentado en el modelo democrático, que sí es un modelo político.

Hoy, economía y política van tan dados de la mano que los líderes de empresas se sientan al lado de los presidentes, y hacen que la línea que los diferencia sea cada vez más estrecha. Se ha oído a los ricos despreciar la democracia, y esto es porque es la única que puede poner frenos a la mala gestión de las riquezas en un Estado nacional.

La democracia puede ayudarnos a salir del problema, de hecho hoy sería el único medio aceptable socialmente para salir del problema. La democracia tiene una legitimación autosuficiente, es decir, que las razones para su funcionamiento se fundan en ella misma. El derecho abarca todo, no hay un hueco al que no llegue la jurisdicción. Esto, aunque puede ser incómodo para cualquier gestión que queramos hacer, y exija mucho papeleo, nos permite cierta transparencia. Como dice Habermas, el “dar cuentas” acerca de los que los hacemos.

El “giro ciudadano”, el hecho de que ahora en política lo que importe no sea el Estado sino el ciudadano, nos ha permitido la Unión Europea. Ahora no es que el Estado sea el pueblo, es que la política son los ciudadanos. Y aunque no sea un cambio patente en el día a día, el tratado de Lisboa y la constitución Europea iban y van en esa dirección.


En mi opinión, la dirección política que se está tomando es buena (o aceptable, por lo menos), pero el sistema económico no. Es defectuoso hasta un nivel inaceptable. Y es adictivo. El capitalismo es una máquina que puesta en marcha, se nos va de las manos y ya no podemos controlarla. Gira por si sola embriagándonos a todos. El presidente no tiene la elección. Necesita tener de su lado la opinión pública, y la opinión pública no la representa un ciudadano formado, consciente de lo que hay a su alrrededor. Y necesita fondos, los cuales se lo proporcionan los bancos para garantizar que la rueda siga girando. Si renuncia a estos fondos, partiendo con menos capital, ¿Cómo complacer a la opinión pública que quiere más pensiones, más trabajo y más bienestar? Y las donaciones son importantes. Puede que no sean suficientes, pero ayudarán a hacer una buena publicidad de actos conmovedores con los que la opinión pública se sentirá satisfecha y volverá a elegir a ese presidente. Es un círculo del que no podemos salir tan fácilmente.

Si el presidente no tiene elección, y la opinión pública tampoco pues no está informada ni sabe protestar, estamos atados de manos. ¿Qué hay más en un sistema democrático que los ciudadanos y sus representantes?.


Un estado liberal democrático es un buen asiento para el capitalismo, desde luego, ¿pero no podría ser un asiento posible para el culo socialista también (prescindiendo de las connotaciones ideológicas y centrándonos sólo en la economía)?

Examinando la cuestión. Cuando hablamos de socialismo económico, hablamos de intervencionismo del Estado. Esto suena a los ricachones y los pobres proletarios. Al fin y al cabo, ¿Qué diferencia al socialismo en su perversión teórica del capitalismo hoy?. Al fin y al cabo, sigue habiendo gordos ricachones y pobres proletarios, aunque lo llamemos de otro modo. Cuando vemos como la política de empresa se apropia de la política de estado pensamos: ¿Y el Estado no puede hacer nada? Aunque cueste trabajo, se puede salir del problema, pero para ello es necesario que el estado entre en la economía, ya que la economía entró en el Estado.

Pero entrará de una manera distinta. Entrará asentado en la democracia, y esta base hará que no sea el mismo intervencionismo que nos asusta del comunismo. Sólo se piden unos mínimos aceptables por los ciudadanos, que rijan la descontrolada economía. Sólo se pide unas normas, para que las empresas no sean mini-Estados que circulan a sus anchas amparándose en la propiedad privada. Propiedad privada sí, pero con una regulación.

En conclusión, no creo que funcione el idealismo aquí, ni cambios radicales, ni reducirse a un anarquismo que, en realidad sólo trasluce un sentimiento de “estar superado” por las circunstancias, de imposibilidad de entender el complejo equilibrio (y equilibrio es la palabra clave) que conlleva todo esto. Busquemos el equilibrio. Por experiencia histórica reciente vemos que los cambios son bruscos, pero conllevan una carga teórica que se anticipa en décadas. La idea de la Unión Europea la sostuvo Ortega en 1916, y se está realizando ahora. Empecemos a pensar hoy, para que quizás, dentro de 80 años, cambien un poco las cosas....

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