sábado, 2 de enero de 2010

El color gris indistinguible de una historia como otras tantas

Es una historia bastante típica. Quizás no merezca ser contada

El y ella se conocen desde que naci. Desde pequeña, era el hombre de su vida. Era su cómplice, la enseñó a eludir la autoridad, le descubrió el amor a los clásicos, a la filosofía, a vivir aventuras. La típica historia de amor de respeto y admiración.
Aunque él siempre se mostraba demasiado orgulloso como para decirle que la quería, ella siempre estuvo segura de su amor.
El le decía a veces a ella que era especial, y ella sólo quería esforzarse por ser digna de la palabra "especial", por eso en su vida nunca hizo lo que hacían los demás.
Pero poco a poco, las cosas cambiaron. Y ya no eludían juntos la autoridad, ni dormían la siesta juntos, ni siquiera se sentaban los dos en el suelo a ver la tele. Su ojo verde y el otro azul se apagaron, y ya no la miraban ni a ella, ni a nadie.
Dijo que cuando creciera, cuando llegara el momento, hablarían, y le enseñería lo que él sabía. Pero cuando llegue ese momento será demasiado tarde.
El no quería mirarla, y ella creció muy rápido y ya no quiso encontrarle

1 comentario:

Der Wanderer dijo...

Quiero hacer una fiesta en su honor, en la que estemos todos los que lo hemos tenido y cuidado.

Y todas las historias merecen ser contadas.