Dueños de nada, fue el inicio, 13 días antes, de mi propia revolución personal. Cuando todos nos levantamos, yo tuve la suerte de haber estado haciendo mis reflexiones, y ordenando mis ideas. Cuando llegó el momento, no dude, porque ya lo había pensado. Y fuimos de los primeros. Tuvimos la suerte de verlo todo.
Yo tuve la suerte de llorar de rabia y también de emoción. De sentir la adrenalina corriendo por mi cuerpo mientras mis dedos tecleaban, y mis ojos lo devoraban todo. De sentirme tan viva que parecía que el suelo giraba. De vivir experiencias maravillosas. De maravillarme y asustarme. Pero sobre todo, de sentir.
Porque todo esto, va de sentir. Nunca ha tratado de otra cosa. Y yo no voy a soltar ninguna arenga. Eso me lo guardo.