Es por todos sabido que las mujeres, como bonitos clichés que somos, debemos estar siempre perfectas por fuera, y siempre fuertes por dentro. En un mundo misógino, en el que las misóginas somos nosotras, todas debemos tener las piernas perfectamente cruzadas mientras nos echamos gloss, y conversamos acerca del arte.
Se requiere de nosotras las perfectas prostitutas de lujo, que sepan de filosofía y lleven trajes de chaqueta.
Se requiere que no seamos "más emocionales" que ellos, y que no tengamos estados de ánimo alterados, que seamos tan competentes y más, tan inteligentes y más, tan guapas y más.
Lo requerimos nosotras, y aunque seamos misóginas, nuestra perpetua culpabilidad de la nada siempre hará que seamos mejores de lo que hubieramos sido.
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