Trata de la búsqueda de significado en un no-lugar. Encontrarse a uno mismo, reflejado en el espejo donde el marco es gris, infrahumano. Y no por ello alienante. Como "The White Cube", necesitamos ese gris para que nuestros matices se impongan. Necesitamos el tráfico, la contaminación, la soledad, para vernos a nosotros mismos. O quizás estemos tan acostumbrados a ello, que no conozcamos otro marco.
No existe el mundo de colores primarios y lienzos de dos por dos. Esos imaginarios son puramente investigacionales, matéricos, y no tienen conexión con lo real, quieren llevarnos a un mundo de fantasía donde los bastidores no tienen carcoma y la huida es el lema.
Pero la búsqueda de la identidad en una post-metrópolis no huye. Intentando diferenciarnos de la masa, nos llevamos a nosotros mismos en un viaje hacia el pasado (Roberto González Fernández) o investigamos que sucede con nosotros en un mundo futuro (Antón Cabaleiro).
Lo más importante es rasgar la piel, y descubrir lo que hay dentro, echar una ojeada a lo interior, poniendo de escenario no un idilio, sino una cruda (y valiosa) realidad
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