Extrañas sensaciones, extraña yo. Extranjería en la habitación. Y sin embargo, tan clavada en mi lugar. Ese libro que me da miedo coger también es alteridad. Y el otro de Levinas me mira en el jardín.
La mirada del otro no solo te invade, te viola. Penetrada por los sentimientos, la sangre en las sábanas es otra alegoría de pérdida, de pérdida del otro.
El-otro-yo, al cual miras, intentando violar a tu vez. Pero al ser su naturaleza extraña, le ves blindado. Solo te dará lo que tenga a bien en compartir. Puedo aventurar que con mis manos le aprieto las vísceras, que mi lápiz se clavó en su cerebro y que mi olor le traspasó las venas, pero nunca lo sabré.
Y eso es lo que da auras y visiones. Lo que da pensamientos, lo que desangra almas y, en definitiva, la helada rueda que, bien empujada, gira el mundo
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