Con un pedernal descargó toda su fuerza contra el torso inerte
La carne inútil se puede desgarrar
La piel se rasgó y hundió bajo un torrente de sangre que emergía a la superficie
Y vi los tendones soportando demasiada tirantez
Órganos muy suaves que no reconocí, intactos, asomaban
Me agarré a ese hueco con las dos manos
y todo el mundo lloraba.
Yo también lloraba, pero a la vez era tan feliz y me sentía tan viva
que no paraba de hundir mis manos para notar el tacto
para agarrar algo que, por una vez, no fuera etéreo
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